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El apasionante misterio del vino

MARGARITA BERNAL Para EL TIEMPO @MargaritaBernal

“Cuando una botella de vino de Champagne se nos acerca, nos conduce a una orgía que nos suaviza los dolores de la incertidumbre. Todos los ojos brillan y todas las lenguas se ponen en movimiento”: Balzac. El vino es divino, es arte. Ha acompañado a la humanidad durante milenios. Tiene relevancia en distintos aspectos de la sociedad, desde religiosos, políticos, económicos y culturales. En la literatura ha sido musa inspiradora para grandes como Cervantes, Shakespeare, Tolstoi, Hemingway, James Joyce, Bukowski, Baudelaire, Jane Austen, entre muchos. El poeta Neruda le escribió una suculenta oda: “El vino mueve la primavera / crece como una planta la alegría / caen muros, / peñascos, / se cierran los abismos, / nace el canto. /Oh tú, jarra de vino, / en el desierto / con la sabrosa que amo, / dijo el viejo poeta. / Que el cántaro de vino / al beso del amor sume su beso”.

El estado de embriaguez que produce es especial. Alegra, resalta la comida, desinhibe y suelta la lengua. Ya lo dice el proverbio

Cuando el vino entra las verdades salen. Desaparece la prudencia y las palabras se llenan de pasión y de sinceridad. Dejan escapar secretos. En su libro

el célebre B. A. Grimod de la Reynière dice: “El vino es, según muchos autores, el mejor amigo del hombre cuando se usa con moderación y su mayor enemigo cuando se abusa de él. Es el compañero de nuestra vida, el consolador de nuestras penas, la muestra de nuestra prosperidad, la principal fuente de nuestras verdaderas sensaciones. Es la leche de los viejos, el bálsamo de los adultos y el motor de los golosos”.

Por mi oficio he tenido la suerte de ir a catas, de conocer viñedos, bodegas y de conversar con enólogos y

Y cada vez que describen sus características, por ejemplo, que tiene buen cuerpo o que es jugoso, o con acidez pronunciada o inexpresivo o redondo o plano o robusto o equilibrado, no puedo dejar de pensar en que me están hablando de una persona. Llego a imaginarla. Y es que este néctar de los dioses, como era llamado en la mitología griega, puede ser tan complejo, irreverente, caprichoso, seductor y con tanta personalidad que por momentos me recuerda a un amor del pasado. Aunque también los hay dulzones, empalagosos y sin carácter, dios me libre de una pareja o un vino así en mi mesa. Claro está que entre gustos, vinos, colores y sabores no hay disgustos.

El vino está vivo. Es tan fascinante que a pesar de los cuidadosos procesos de siembra, cosecha y elaboración en los que influyen cientos de factores, como el clima, los suelos, el tipo de uva o cepa, la barrica y por supuesto los conocimientos del viticultor y del enólogo, el vino se manda solo, evoluciona y madura a su antojo. Abrir cada botella es un misterio para el paladar.

En el país hay un gran número de importadores que traen maravillosos vinos, aun a pesar de los altísimos impuestos, y eso es una fortuna. La amplia oferta en variedad y precios lo democratiza.

Me despido con esta frase: el que al mundo vino y no toma vino ¿a qué vino? Que suenen las copas. Buen provecho.

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2023-05-28T07:00:00.0000000Z

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