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Viaje por la movida en Chapinero Alto, una zona gastronómica al alza

Es un polo de buena mesa cada vez más atractivo. Siete recomendados de una conocedora, para que empiece a explorarlo.

(*) ‘Sommelier’ y consultora de restaurantes. Instagram: @mikkisan1 MICHELLE MORALES (*) - PARA EL TIEMPO

Chapinero Alto se ha convertido en una zona gastronómica muy potente en Bogotá. Se extiende desde la calle 61 hasta la 53 y desde la carrera 7.ª hasta la 3.ª, albergando una diversa comunidad de restaurantes, cafés y vinotecas que les compiten fuertemente a los clásicos de otras zonas de buena cocina en la ciudad.

Durante años, la escena de la alta gastronomía en Bogotá se concentró en unos sectores muy clásicos, como la carrera 13 entre 85 y 86A, la zona Rosa, la G y parque de la 93... Obviamente, con algunas excepciones. Sin embargo, durante la última década y muy sigilosamente, la parte alta de una de las localidades más importantes de la capital se ha venido robando el show con una propuesta fresca, original y muy variada.

Multitud de puntos de valet parking; carros parqueados por todos lados, como ya no sucede en ningún lado en la ciudad; peatones paseando perros y terrazas llenas con jóvenes tomando vino y café demuestran que Chapinero Alto dejó de ser el barrio residencial y tranquilo para convertirse en la nueva ‘zona caliente’ de restaurantes en el nororiente de la ciudad.

¡La oferta es impresionante! Recorriendo calles desprevenidamente se identifican al menos once restaurantes casuales de alta gastronomía, tres pizzerías que se la toman muy en serio, tres bares de vino que no se sabe cuál está mejor y una considerable cantidad de cafés —más de diez— que viven a reventar con extranjeros y locales, sentados en las mesas con sus audífonos y sus portátiles. La escena evoca una especie de gentrificación positiva en la que los jóvenes se apoderan de un barrio casi sin vida para convertirlo en un lugar supremamente estimulante y con un cúmulo de oportunidades, sobre todo para emprendedores.

Me gusta tanto que se ha convertido en mi destino favorito cuando de ir a restaurantes se trata. Se llega fácil y sin trancones (por la 7.ª, por la 5.ª o por la Circunvalar) y el estilo de los sitios, dirigidos en su mayoría por una nueva generación de pilísimos chefs colombianos, es superagradable. A continuación, les dejo los que se llevan mis más sentidos elogios:

Mesa Franca

Este restaurante de cocina colombiana contemporánea lleva ya años dando que hablar. La experiencia es brutal y yo considero que se debe al hecho de que tres de sus dueños trabajan de tiempo completo en el servicio del restaurante: María Paula como maitre y sommelier, Tom en el bar y la mixología e Iván en la cocina. El ambiente es animado, con muy buena música curada por Iván y una barra central que permanece llena, sobre todo los domingos en la tarde. La comida y la lista de vinos y coctelería son de sobresaliente nivel. Para reservas y horarios visite: @mesafranca.

Flora

Esta trattoria italiana hace parte de un grupo de restaurantes relativamente nuevo, dirigido por el chef Andrés Ortega, creador de conceptos como Insurgentes y El Buen Pastor. Es un restaurante con un interiorismo de muy buen gusto y una carta corta y sencilla donde predominan las pastas frescas hechas en casa y una lista de vinos muy estudiada y a precios que invitan a beber. El ambiente es tranquilo y un tanto romántico. Perfecto para una primera cita. Para saber más visite: @florachapinero.

Seiki Sushi

Seiki es un restaurante de auténtica comida japonesa que me recuerda al mítico Hatsuhana del señor Ono. No solo por su extraordinaria gastronomía, sino por la inusual disposición del comedor, en cuartos separados, privilegiando la privacidad. El ambiente se podría decir que es minimalista: decoración austera y música imperceptible, lo que permite concentrarse en el acto de comer y beber. Aparte de sushi, que en mi opinión es el mejor que sirven en la ciudad, el menú ofrece platillos exquisitos como unas berenjenas fritas y salteadas en miso rojo que no paro de adular. Para beber, sake japonés, algo que no se veía por estos lares hace tiempos. Para reservas y domicilios visite: @seikisushi.

Momentino

Este ha sido uno de mis últimos descubrimientos del barrio. Se trata de un restaurante y bar de vinos, propiedad de Tommaso Campione, un italiano con mucho swing. El lugar, decorado con avisos de neón y fotografías muy peculiares, es ultracasual y su ambiente, casi universitario. En la carta de comida predominan platos para picar, sencillos pero muy bien preparados, y la lista de vinos es mejor que la de cualquier restaurante a manteles de la ciudad. Ciento cincuenta referencias de al menos once países y una colección de vinos por copa que van rotando con buena periodicidad. La ñapa: música en vivo a partir de los jueves. Para reservas visite: @momentino. co.

Otros recomendados

Aparte de todas estas mencionadas maravillas, hay muchas otras que no puedo dejar por fuera, como Amen Ramen, la meca de la sopa asiática; Mini-Mal, los papás de la cocina colombiana moderna; Santa María, una diminuta pizzería de socios milaneses; el bar de vinos Atlas, y en cuanto a cafés, por supuesto Mistral, con ese toque francés que enamoró a los bogotanos; El Almendro, con su pastelería de calidad superior, y Café Diosa, donde es una delicia ir a trabajar.

Estilo

es-co

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