Casaeditorialeltiempo

En España no es solamente un problema en el fútbol

David Moscoso Sánchez, catedrático de Sociología en la Universidad de Córdoba. Texto publicado en ‘The Conversation’.

El fútbol es un espacio en el que tristemente parece que las conductas violentas cuentan con mayor aceptación social. En este deporte siempre han existido situaciones relacionadas con la violencia. El caso de Vinícius Jr. no es excepcional. Hay muchos ejemplos en Europa de jugadores que han sufrido violencia verbal, como Jadon Sancho, Marcus Rashford y Bukayo Saka. También en España hay otros futbolistas víctimas de comportamientos racistas similares al vivido por Vinícius.

La diferencia es que en Inglaterra, Francia o Alemania se actúa con más determinación para castigar estas conductas, mientras que en España se han archivado muchas denuncias.

Pero no se trata de un problema derivado del deporte, sino de un caldo de cultivo ideológico alimentado por la extrema derecha en los últimos años, que se plasma en un odio intolerable hacia los extranjeros, los inmigrantes o quienes tienen un color de piel diferente. Este fenómeno alcanza también al fútbol, a pesar de que, durante décadas, jugadores foráneos de otras etnias o razas han hecho parte y jugado en LaLiga.

Todo lo que ocurre en el terreno de juego se convierte en un reflejo para nuestros hijos, también las conductas violentas. Casos como los del estadio del Atlético de Madrid, en los que se han producido cánticos nazis, no deberían tener lugar jamás, pues son muchos los niños y jóvenes que asisten a esos eventos, pudiendo llegar a asimilar como normales esos mensajes.

Debemos preguntarnos qué valores esperamos que asimilen nuestros hijos si perciben violencia, odio y racismo.

Este tipo de hechos también tiene un impacto en el exterior. No es extraño que el presidente de Brasil, Lula da Silva, haya enviado un mensaje de queja ante las autoridades españolas por los insultos contra Vinícius.

La justicia es laxa

El problema es que abordar políticamente el racismo ha sido hasta ahora un tema tabú. Eso proyecta ante la imagen pública internacional que España no es un país tolerante, que no cumple con sus deberes en la lucha contra el racismo y la xenofobia, a pesar de disponer de la Ley 19/2007, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. En el fútbol existen grupos ultras con los que no se quiere confrontar, y se les permite traspasar los límites de los derechos básicos de los demás. Las propias autoridades deportivas actúan de forma laxa.

El deporte debe ser ante todo sinónimo de tolerancia y respeto a todos sus practicantes, empezando por su integridad. Tal como recoge el Libro Blanco sobre el Deporte, “el deporte también puede facilitar la integración de los inmigrantes y las personas extranjeras en la sociedad, y servir de apoyo al diálogo intercultural”.

Es necesario apelar a las máximas autoridades del deporte español para que, a través de la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte, estudien sin más dilación la situación de Vinícius y otros jugadores de fútbol que están padeciendo esta ola intolerable de racismo. También que sienten en el sillón a todos los principales clubes de fútbol, la Real Federación Española de Fútbol y LaLiga, para abordarlo de forma tajante y con decisiones ejemplarizantes. Urge llevar a cabo campañas de prevención del racismo y la xenofobia en el deporte, exigir protocolos en cada federación deportiva, en los estadios de fútbol y en las instalaciones y servicios deportivos públicos.

A fondo

es-co

2023-05-28T07:00:00.0000000Z

2023-05-28T07:00:00.0000000Z

https://casaeditorialeltiempo.pressreader.com/article/282084871179738

Casa Editorial El Tiempo